SALGO DEL ARMARIO: YO TAMBIÉN SOY ADMIRADOR ACÉRRIMO DE CHARLIE SHEEN


2011 nos ha dejado y un año más “Noches de película” sigue en pie. Lo primero que quiero hacer es dar las gracias a las personas que leen alguno de mis artículos y desearles un gran 2012. A los que no me leen desearles que Almodóvar se les aparezca en sus sueños. Y a poder ser con la menor cantidad de ropa posible. Y hablando de poca ropa, se me olvidó presentaros a la “Mama Noel” del 2011. Seguro que os trae algo por Reyes.

La foto es puramente promocional. He comprobado que la gente cuando ve una silueta semejante siente la necesidad desesperada de entrar al blog para verla más de cerca.

Para comenzar con buen sabor de boca el año, traigo una entrevista a Charlie Sheen que os dejará prendados. No es fácil reconocer que admiras a Charlie dada su mala reputación. La gente que como yo le apoya, hemos sido durante mucho tiempo perseguidos y amenazados como en su día lo fueran los judíos o los negros en el estado de Mississippi. Los curas y la derecha más radical de este país nos acusan de que tenemos una enfermedad. Pero nosotros no montamos desfiles. A mi parecer, la entrevista es despiadadamente sincera y desvela quien es realmente Carlos Irwin Estévez, más conocido como Charlie Sheen. Nos deja frases realmente interesantes y reflexiones que, al menos a mí, me hacen valorar un poco más la genialidad de este actor. Aquí os la dejo traducida (tiene alguna expresión latinoamericana):


“En su monólogo, Jay Leno decía que yo me llamaba mí mismo La Máquina. Yo nunca me llamé así. Ese era un sobrenombre que me dieron mis amigos en los viejos tiempos, porque cuando ellos se iban a marchar a casa o a la sala de emergencias, yo era siempre el último en pie, insistiendo en seguir con la fiesta.

La frase “pagar por sexo es en realidad pagarles por irse cuando ya terminaste” se la robé a Cary Grant. Creo en ella hasta cierto punto, pero también tiene que ver con evitarme la molestia de tener que salir con alguien, pasar el tiempo, ir a buscar, llevar a casa, blablablá. Todas las mentiras y los engaños. Prometer que vas a llamar y no llamar. En una época yo no creía que fuera como los demás. Me sentía único. Pero nunca estrellé mi coche contra algún inocente. Nunca disparé mi arma en un centro comercial lleno de gente. No me arrestaron en la autopista con una pistola y heroína. No subí un arma de fuego a un avión. Heidi Fleiss no mandaba menores de edad a mi rancho. Es cierto que cometí un montón excesos. Pero si se presta atención al corazón de lo que hice, a los cimientos de lo que estaba buscando, ¿quién demonios no lo hubiera hecho? Todos los tipos que me critican lo hubieran hecho, pero probablemente hubieran muerto, porque no tienen la constitución con la que he sido maldecido. El mayor daño que hice me lo infligí a mí y a alguna gente que quedó atrapada en el maremoto. Lo más grave que hice fue mi sobredosis. Pero incluso entonces no me encerré con otros tres tipos que se dieron de más conmigo. No. Uno se da su sobredosis sólo.

Sobre aquella vez, cuando terminé en el hospital Los Robles... Me había aburrido de fumar y aspirar. Un amigo mío que es una especie de adicto a la jeringa, se había olvidado una en casa. Estaba cerrada y sin usar, y pensé en inyectarme algo de cocaína. Nunca lo había hecho antes y estaba solo. Cargué la jeringa y me chuté. Y no pasó nada. Pensé: esto es una mierda, y me di un poco más. Entonces me subió todo de golpe. Mis piernas se apagaron. Desaparecieron, no podía caminar. Traté de bajar las escaleras para tomar algo de vodka pero no pude. Estaba aterrado. Pensé, OK, voy a ir. Finalmente conseguí dar unos pequeños pasos escaleras abajo, muy despacio. Me llevó 20 minutos, parecieron 20 días. Llamé a mi guardaespaldas y le dije: Tenemos que llamar al 911. En la ambulancia me dieron una gran inyección de algo y me quedé dormido. Ese fue el momento en que el paramédico llamó a la prensa y me vendió como un pedazo de pan.

Nunca dejé de funcionar sexualmente por las drogas, ése era mi problema. La cocaína era un afrodisíaco, no un factor de cancelación. Tenía algo de maldición. Todo el mundo me decía: ¿Qué quieres decir, que te tomaste 8 gramos de coca y tuviste sexo toda la noche? Y yo contestaba: Sí, ¿Qué? ¿Tú no?

Sí, es cierto que estuve con cinco mujeres al mismo tiempo. Pero pasó solo una vez. Había terminado la noche y todos se habían ido. Quedábamos estas cinco chicas y yo, así que dije: “Bueno, yo estoy dispuesto si vosotras queréis”. Y ellas dijeron, sí, claro. Era un desafío. Estuve con una por vez, mientras las otras cuatro miraban. Era un poco incómodo, de hecho. Creo que les dije: ¿no pueden mirar para otro lado hasta que sea su turno? No lo recomiendo. No hay hombre suficiente para abarcar cinco juntas.

Marcaría el límite en dos. Pero incluso con dos, siempre hay alguien que se pone celoso. Incluso si es idea de ella, una siempre sale enojada. Algo pasa y te tiras el resto de la noche disculpándote por algo que ellas iniciaron. Muchas veces estás con tu novia estable y ella invita a una amiga, se toman un par de copas y te dicen: Ey, ¿qué te parece? Antes de darte cuenta, ya estás dentro. Y entonces le prestas más atención a una o a la otra y hay problemas. Dos mujeres es una gran fantasía masculina que se ve mucho mejor en los papeles que en la realidad.

En una época me gustaba salir con rockeros porque aportaban algo diferente. Uno de mis mejores recuerdos es la vez en que Slash, de los Guns n’ Roses, me sentó en su casa y me dijo: “Tienes que rescatarte”. Sabes que fuiste demasiado lejos cuando es Slash el que te lo dice. Llevábamos cuatro días de fiesta, pero igual lo escuché porque una parte de mí estaba diciendo: Esto no es tan divertido como yo esperaba que lo fuera.

¿De dónde viene mi apetito de autodestrucción? De pasar mucho tiempo queriendo cosas que no podía tener, como mujeres, dinero y acceso. De los 10 a los 16 vi a otra gente satisfacer esos apetitos; y yo no quería acompañarlos en su viaje sino ser el dueño del coche.

El grupo con el que andaba -el Brat Pack, los amigos de mi hermano Emilio, los de El primer año del resto de nuestras vidas y El club de los cinco-, a todos les iba bastante bien cuando yo todavía estaba yendo a audiciones y luchando, sin conseguir nada en verdad. Me cansé de que las chicas acudieran a mí para llegar a ellos. Quería ser aceptado, amado, respetado.

La fama te da una sensación de poder. Mi error fue creer que sabría instantáneamente cómo manejarla. Cuando somos chicos no nos enseñan cómo lidiar con el éxito. Nos enseñan cómo lidiar con el fracaso: si no te va bien, prueba de nuevo. Pero ¿y si te va bien de entrada?

Pasé de firmar contratos multimillonarios y acostarme con Playmates a estar sin trabajo y tirándome a una prostituta mexicana con cinco meses de embarazo y cicatrices de una cesárea en un bar de Nogales. No voy a contar esa historia, pero cuando pasas de un extremo al otro tienes que hacer una pausa y preguntarte qué pasó en el medio.

Mi madre mantenía a la familia unida mientras viajábamos por el mundo viviendo en habitaciones de hotel y viendo cómo papá hacía películas. A él le doy crédito por mantener su matrimonio y a sus hijos intactos. Nos sacaba de la escuela, pero la escuela va y viene. La familia es para siempre. ¿Qué es una infancia normal? No éramos ricos, éramos bastante clase media. Mi padre sobrevivía de trabajo en trabajo, al hacerse cargo de tantos parientes, no podía ahorrar mucho. A veces nos mudábamos a una casa nueva por unos meses, sin muebles, solo bolsas de dormir. Pero ni siquiera eso me parecía anormal. Mis padres atravesaron una fase nudista, una vegetariana. Cosas que no te llaman la atención hasta que vas a la escuela y la maleta del almuerzo de los otros chicos están llenas de cosas con marcas, nada de mierda saludable. Pero siempre había gurús de algún tipo, gente avanzada en algún tipo de religión o yoga o política. Siempre había gente interesante en casa.

Mi padre nunca nos ayudó a Emilio o a mí a conseguir trabajo y nosotros nunca se lo pedimos tampoco. Yo me hice a mí mismo. Hay que decidir hacerlo, y no es tan complicado. Es encauzar el poder de tu mente. Si gasto mucho, échenle la culpa al estudio. Sabían a quién pagaban esa cifra. De todos modos, no me compré un avión. Los estudios no te contratan, aunque tú te acostaste con las mismas putas que ellos y diste la cara. Sin embargo, te llevan a un lugar apartado en una fiesta y te dicen que eres su héroe por las cosas que haces. Mi padre me dio un consejo bastante malo: sé siempre honesto, y lo hice. Me pregunta por qué soy tan honesto con la prensa. Supongo que porque soy honesto en todo los otros lugares. La mayoría de mis cosas parecen mentiras, pero todas mis historias son verdaderas, y ése es el problema.

Ahora estoy bajo los efectos de una droga. Se llama Charlie Sheen. No está disponible para ustedes porque si la prueban se morirán. Tengo magia y poesía en la punta de mis dedos, la mayoría del tiempo, y eso incluye las siestas.”


De propina, os dejo dos canciones que le han dedicado a Charlie Sheen. La primera es una obra maestra, tanto por la letra como por la realización del video. Ambas canciones están traducidas al español. Si no conoces a Charlie, escuchando los dos temas te haces una idea de cómo es y porque tiene esa fama. De hecho, en la primera de ellas sale colocado hasta las cejas. La segunda es rap.




P.D:


“Yo no soy bi-polar,
soy bi-ganador”.


            Charlie Sheen.

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