

Aquí encontramos a Garci posando para la foto, "haciendo que escribe un guión importante", cuando en realidad estaba leyendo el Marca que tiene debajo de la maquina de escribir.
La historia es insustancial (no pasa nada de nada). A eso hay que sumarle la bochornosa actuación de Lydia Bosch. Si dibujas en un tablón de madera unos ojos y una nariz, y además le colocas unos labios de gominola será más expresivo que esta “actriz”. En mi humilde opinión, Lydia sentía envidia de Penélope Cruz, y pensó que emulando a ésta y actuando como si tuvieras una parálisis facial se podría ganar al público. Desprende artificialidad en cada escena, por no hablar de su color de pelo/peluca teñido con un tinte especial que pretende dañar los ojos de los espectadores. En realidad me hizo bastante gracia verla con esos aires de diva, ese pelo y esa forma de fumar tan típicas de las divas de Hollywood. Se la puede considerar la “Rita Hayworth” de Asturias.

Volviendo a la parte positiva de la película se salva, como siempre, el gran Juan Diego interpretando a un cura alcohólico. También se salva a Julia Gutiérrez Caba (más conocida por su apodo “La abuela de los Serrano”), aunque sin venir a cuento en una escena sale fumándose algo parecido a un porro en frente del mar (a su edad). Lo tomé como un guiño/broma de Garci. En definitiva, creo que la excesiva preocupación de Garci por buscar la perfección de cada plano le hace olvidarse de la historia, y al final te encuentras con una película plana en la que te aburres tanto que no valoras todo ese trabajo que ha hecho detrás de la cámara.
Nota: 4,3
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