¿Cómo es posible escupir y orinar sobre la tumba y la novela de un escritor al “intentar” versionarla en una película y quedar impune por ello? Este triste suceso ocurrió en 2006 cuando el director y guionista Robert Towne intentó versionar una novela de John Fante titulada “Pregúntale al polvo”. Nadie duda de que la trayectoria de Towne como guionista es francamente envidiable, pero lo que ha hecho esta vez sólo se puede calificar de terrorismo cinematográfico y literario. Creo sinceramente que no se leyó “Pregúntale al polvo” al completo, se quedaría a la mitad y con la otra mitad intentó jugar a ser John Fante. Pero se le olvidó que él no sabe escribir como el novelista. En el caso de que si se hubiese leído la novela entera tenemos dos posibilidades: La primera es que le cayera mal Fante y quisiera vengarse destrozándole su magnifico libro. La segunda opción es que no lo entendiese o tuviera problemas con la comprensión del mismo. Sinceramente espero que fuera esta última, así tendría una escusa razonable para el crimen que ha cometido.
Robert Twone corriendo hacía la tumba de Fante porque
tiene ganas de orinar.
Muchos alaban el papel de Colin Farrell como Arturo Bandini, pero a mi juicio es otro fallo considerable de la película. Me resulta un actor excesivamente blando y bonachón como para interpretar a este personaje. Además su interpretación carece de personalidad, justamente lo contrario que se debería buscar para el personaje de Bandini que si algo poseía era una personalidad deslumbrante. Un Al Pacino en su juventud hubiera dado el perfil perfecto para que Fante se sintiera orgulloso de la versión cinematográfica de su novela. Por otra parte, Salma Hayek encarna a la perfección el personaje de Camila (aunque sobreactúa en algunos momentos). Junto a la recreación de la ciudad de Los Ángeles en los años 30 es lo mejor de la película.
Cuando empecé a ver la película estaba intrigado y emocionado al ver que alguien había desenterrado la novela de Fante y la iba a plasmar en imágenes. Al principio todo iba bien, ya que Robert Towne se limitó a copiar al pie de la letra lo que Fante relataba en su novela. Si no recuerdo mal, creo que hasta los diálogos eran muy similares. Pero a medida que íbamos avanzando en la trama, nuestro querido guionista y director se fue saltando cosas y añadiendo detalles que disfrazaban un poco la novela original, tiñéndolo todo de un tono excesivamente romántico. Pero eso no me importaba porque lo mejor del libro de Fante era el final, y cada vez quedaba menos para recordarlo y volver a disfrutar. Pero pobre iluso de mí, no sabía que Towne tenía ganas de orinar y el sitio más cercano que tenía era la tumba Fante. No quiero spoliear el final, pero aviso que si habéis leído "Pregúntale al polvo" y os ha gustado os desilusionará este film. Digo yo que si quieres adaptar una novela, la versionas basándote en lo que narra, pero no coges las partes que te gusten, desechas otras y cambias el final porque te creas de una raza superior de guionistas. Lo que podía ser una gran película y homenaje se ha convertido en una gran decepción. Y lo del titulo, para rematarlo todo un poco más, ya es de traca. “Pregúntale al polvo”, titulo de la novela original, quizá sonaba demasiado extraño o alegórico, así que mejor que cambiarlo a “Pregúntale al viento”, una expresión escuchada hasta la saciedad para finalizar la faena. Una pena.
Nota: 4,5 (y gracias a que estamos hablando de Arturo Bandini)
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