SERGIO LEONE, EL ÚNICO

Si Dios fuese director de cine se encarnaría en la figura de Sergio Leone. Y lo afirmo sin que me tiemble el timbre de voz. Considerado el padre del Spaghetti Western, Leone consiguió colocar este género al mismo nivel de los Western americanos, algo que se dice pronto. Cierto es que antes de que llegara el director romano a Almería ya se habían rodado películas en su desierto, pero las calidades de éstas estaban en entredicho. La originalidad que desplegaba el italiano a la hora de mover la cámara, la peculiaridad de sus personajes (cada uno de ellos tan distinto y tan atípico) o su imaginación a la hora de crear situaciones de máxima tensión le hicieron alcanzar una merecida fama que en la actualidad es tristemente poco reconocida.

Leone hizo un total de nueve películas. Corta filmografía para unas virtudes tan notables. Además, en tres de las nueve películas no tenía pensado ejercer de director (Sodoma y Gomorra, Los últimos días de Pompeya y Agáchate, maldito). Tras diversas enfermedades o problemas que sufrieron los directores originales tuvo que ser Leone quien asumiera los proyectos. Como consecuencia de ésto, no pudo contar con su equipo habitual de técnicos que le acompañaban en el resto de rodajes. El que siempre estuvo a su lado fue su amigo de la infancia y fiel compositor Ennio “melodías de ensueño” Morricone. Gran parte del triunfo de las películas de Leone se debe a las partituras y a la musicalidad (novedosas para los Western de aquella época) que creaba Ennio. Hicieron una pareja que ha quedado inmortalizada para la eternidad.

Ennio Morricone y Sergio Leone hablando de mujeres.

Discuten sobre quiénes están mejor, si las rubias o las morenas.

La primera película que vi de Leone fue La muerte tenía un precio. Insultantemente joven e imberbe no tenía una visión formada de lo que realmente era la magia del cine, pero cuando terminó sabía que había presenciado algo especial.  Ha pasado el tiempo y la he visto varias veces más. Hoy en día sigo pensando que es uno de los mejores finales que ha dado el séptimo arte. Tan medido, tan intenso, tan emocionante, tan… LEONE. Bueno tan Leone y tan Morricone. Otras películas que le ayudaron a consagrase fueron El bueno, el feo y el malo, Por un puñado de dólares, Hasta que llegó su hora y, como no, Érase una vez en América. En estas películas el italiano contó con un gran elenco de actores entre los que destacaban Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Gian María Volonté, Charles Bronson o el mítico Henry Fonda.

Leone empezó, como ya he publicado en artículos anteriores, con algún que otro tropiezo dirigiendo El Coloso de Rodas pero terminó su carrera a lo grande con Érase una vez en América, la que considero mejor película de todos los tiempos. Es imposible pronosticar hasta donde podría haber llegado si su corazón no se hubiera detenido en Abril de 1989. Muy pocas personas le tienen en cuenta a la hora de elegir a sus tres directores favoritos. Tan grande fue este director italiano que en su querida Almería, donde rodó sus famosos Spaghetti Western, le han dedicado una calle con su nombre.